No es
coincidencia que en algunas lenguas exista un único término para los verbos “ser” y “estar”. Tras el primer partido de eliminatorias de Copa de
Europa, porque a partir de esta fase es cuando emerge el verdadero espíritu de la Champions , los concomitantes españoles sufrieron un severo tropiezo tras una mala praxis. Ni fueron ni estuvieron.
Los casos
de Valencia y Málaga no resultan tan preocupantes por expectativas como por
resultado. Mientras los primeros no pudieron con el paradójico sistema
holístico parisino encabezado por Ibrahimovic, los segundos se vieron superados
vergonzosamente por uno de los equipos con más oficio de la competición, un Porto
con mucho sabor a Champions que busca en esta competición la competitividad que
no encuentra en su inocua liga.
Los casos
de orgullos patrios resultan los más sonrojantes. A la catástrofe propia hemos
de añadir despropósitos periodísticos cuyos culpables, protagonistas de este
nuevo mundillo deportivo que nos toca vivir, adoctrinan con escopetas de feria.
Tanto
importaba que Sir Alex no hubiese repetido alineación en toda la temporada que
ya estaban los gurús de los videoblogs lanzando la “típica” disposición
mancunian, como si tuvieran alguna paradigmática. El marginado Welbeck, que no
apareció en ninguna quiniela, fulminó de un cabezazo a un Madrid que sólo pudo
sacar un empate en su propio campo ante un contemporizador United. En el caso culé. La satirización de un
equipo con siete copas de Europa derivó en el resultado más azaroso que obtiene
el club tras el dadivoso primer partido de esta ronda (nunca positivo desde que comenzó la
era Guardiola), lo que no impidió a los analistas la subestimación milanista.
El Madrid
deberá jugársela al todo por el todo en el “teatro de los sueños”. El peso de
una corona que luce por autoproclama fue una losa en el primer partido que
presumiblemente no volverán a sufrir. Y es que en la última década, todos los presumibles
grandes del continente han asomado a una final de esta competición –Barcelona y
Manchester (3), Chelsea, Bayern, Liverpool y Milan (2), Inter y Porto (1)-
menos ellos.
Un Barsa que no aprende de los errores parte como el peor posicionado en las quinielas. Tendrá que estar (porque nadie
duda que es) en el partido más importante de la temporada. La lucha contra el
rival, el tiempo y los antecedentes forjará un partido para el recuerdo que
sólo el Barcelona puede decidir como acaba. Sin entrenador y con media
plantilla desconectada, las esperanzas descansan en la actuación de Messi,
Iniesta, Busquets y Piqué.
Para el
partido de vuelta de Copa de Europa, los gigantes españoles tendrán que aligerarse para cargar con
todo lo necesario para el choque. Por ahora les falta un verbo y les sobra otra
corona. Una corona que, como todas las que
no corresponden por derecho, resulta muy pesada. En la mejor competición del
mundo, así funcionan las cosas. O no funcionan.