sábado, 23 de febrero de 2013

To be (or not to be) in Champions League


No es coincidencia que en algunas lenguas exista un único término para los verbos “ser” y “estar”. Tras el primer partido de eliminatorias de Copa de Europa, porque a partir de esta fase es cuando emerge el verdadero espíritu de la Champions, los concomitantes españoles sufrieron un severo tropiezo tras una mala praxis. Ni fueron ni estuvieron.


Los casos de Valencia y Málaga no resultan tan preocupantes por expectativas como por resultado. Mientras los primeros no pudieron con el paradójico sistema holístico parisino encabezado por Ibrahimovic, los segundos se vieron superados vergonzosamente por uno de los equipos con más oficio de la competición, un Porto con mucho sabor a Champions que busca en esta competición la competitividad que no encuentra en su inocua liga.

Los casos de orgullos patrios resultan los más sonrojantes. A la catástrofe propia hemos de añadir despropósitos periodísticos cuyos culpables, protagonistas de este nuevo mundillo deportivo que nos toca vivir, adoctrinan con escopetas de feria.

Tanto importaba que Sir Alex no hubiese repetido alineación en toda la temporada que ya estaban los gurús de los videoblogs lanzando la “típica” disposición mancunian, como si tuvieran alguna paradigmática. El marginado Welbeck, que no apareció en ninguna quiniela, fulminó de un cabezazo a un Madrid que sólo pudo sacar un empate en su propio campo ante un contemporizador United. En el caso culé. La satirización de un equipo con siete copas de Europa derivó en el resultado más azaroso que obtiene el club tras el dadivoso primer partido de esta ronda (nunca positivo desde que comenzó la era Guardiola), lo que no impidió a los analistas la subestimación milanista.

El Madrid deberá jugársela al todo por el todo en el “teatro de los sueños”. El peso de una corona que luce por autoproclama fue una losa en el primer partido que presumiblemente no volverán a sufrir. Y es que en la última década, todos los presumibles grandes del continente han asomado a una final de esta competición –Barcelona y Manchester (3), Chelsea, Bayern, Liverpool y Milan (2), Inter y Porto (1)- menos ellos.

Un Barsa que no aprende de los errores parte como el peor posicionado en las quinielas. Tendrá que estar (porque nadie duda que es) en el partido más importante de la temporada. La lucha contra el rival, el tiempo y los antecedentes forjará un partido para el recuerdo que sólo el Barcelona puede decidir como acaba. Sin entrenador y con media plantilla desconectada, las esperanzas descansan en la actuación de Messi, Iniesta, Busquets y Piqué.

Para el partido de vuelta de Copa de Europa, los gigantes españoles tendrán que aligerarse para cargar con todo lo necesario para el choque. Por ahora les falta un verbo y les sobra otra corona.  Una corona que, como todas las que no corresponden por derecho, resulta muy pesada. En la mejor competición del mundo, así funcionan las cosas. O no funcionan. 
Google Analytics Alternative