lunes, 30 de abril de 2018

Messi con Valverde


Deportivo 2-4 FC Barcelona. Liga, jornada 34.

Precioso homenaje del club al AS Roma con otra camiseta para el olvido

Tras la gran actuación de la pasada semana en la final de Copa, el FCB puso el broche a la temporada 17/18 con el logro de la liga más cómoda de las últimas 7 conseguidas en una década gloriosa; lo que es una salvajada. Pero no ha convertido el Barcelona la liga española en la Bundesliga con nada. Lo ha conseguido, de hecho, a lomos del indiscutido (sólo lo discuten los cuatro bandarras a sueldo del terrorista ecológico con despacho en Concha Espina) mejor jugador de la historia. Sin embargo, el aficionado culé termina el año con una sensación agridulce. Consecuencia tanto de la exigencia de una afición con un paladar muy superior a todos los demás y los lúgubres derroteros por los que Valverde ha llevado al equipo.

La pretemporada comenzó con otro esperpéntico verano ofrecido por la “Junta de las Vanidades y Destrozos Deportivos SA”, donde pudimos deleitarnos con el circo de Fracasinho y la vuelta de tuerca de Endeblé, fichado a precio de balón de oro para luego reclamarle un trato como prometedor juvenil en ciernes. Tras una Supercopa un tanto extraña, la pesadumbre se apoderó de Can Barça y ahí Valverde, ya veremos si para bien o para mal, cogió su fusil.

La consecuencia, la vuelta a las cavernas: el 4-4-2, bloque bajo y ritmo lento, con el de siempre dirigiendo la orquesta y Luisito percutiendo en cuanto se lo permitió su rodilla. Entre medias, el sorpresivo inicio de temporada de Paulinho (matame camión) y las constantes recaídas y costipados de Endeblé. El resultado, una liga con un récord impoluto de imbatibilidad, la solvencia en los duelos directos contra los rivales de más postín y la violación en grupo que recibieron los cavernícolas en el Santiago Bernabéu como aguinaldo. Una liga resuelta en diciembre con un equipo que, solidez defensiva aparte, le volvía a dar muy poquito a Leo Messi en ataque. El argentino ha vuelto a tener que hacer de todo (extremo, delantero, mediapunta y centrocampista) en un equipo que sin su presencia iba, con total certeza, a salir goleado del Sánchez Pizjuán. Lo que pone en relieve muchas, muchas cositas.

Sin embargo, esta nueva dinámica de este nuevo Barsa no ha traido sólo alegrías. En Europa, tras un prometedor comienzo "vengándose" de la Juve y solventando una muy buena eliminatoria contra el Chelsea, el equipo volvió a naufragar fuera de casa. En esta ocasión, la tercera consecutiva, recibiendo un varapalo en cuartos tras salir a defender un 4-1 de ventaja contra la Roma de Monchi, lo que es para descojonarse y empezar a depurar responsabilidades, pero en la planta noble, donde tienen que rodar de verdad las cabezas. Porque el denominador común de estas debacles (con Valverde, con Lucho Enríquez, con el Tata Martirio) es siempre la directiva.

Quizás la explicación resida donde siempre. El FCB sigue con un presidente con la misma capacidad de liderazgo que un pez globo y que continúa rodeado de la misma junta de incapaces de los últimos años. No por nada su lema en las elecciones que condenaron
al club en 2015 fue “Trident y Triplet”. Digno eslogan de un auténtico subnormal. Este año, otra decisión suya volvió a enfangar el club: la designación como responsable de la parcela deportiva de Pep Segura, un tipejo cuyo historial se circunscribe a ser la sombra de Rafa Benítez y Serra Ferrer, lo que es para echarse a llorar. Esta lumbrera, ante la problemática de un club que ganaba Copas de Europa como churros a partir de un centro del campo que se fue dejando marchitar poco a poco, respondió fichando músculo, denigrando la esencia de lo que hizo siempre grande al club, que fueron los jugadores con capacidad de asociación mediante triangulaciones diabólicas y mucha cabeza, sin importar la altura o cualidad física.  

Sin embargo, en un mundo donde casi nada es justo, el deporte parece equilibrar responsabilidades. No por nada un socio que sigue llevando en volandas a una junta y cuerpo técnicos de semejante calaña no se podía merecer menos. La enésima humillación europea es un castigo demasiado severo para unos Messi y compañía que tienen que cargar con el lastre de esta directiva, pero es un plato que debe servirse bien frío al socio que está permitiendo estos atropellos en el club año tras año. Y que un Madrid que sólo ha podido levantar dos ligas en estos últimos diez años vaya camino de la cuarta Copa de Europa en cinco teniendo el Barcelona a un Messi que tiraniza cada competición donde se cruzan no es que sea un crimen de lesa humanidad; es lo que se merece el socio y directivas de un club que lo tenía todo y quiso, por su bajeza moral, envidia y cortedad de miras, copiar el puto modelo del rival porque no soportaban que los que triunfaran con el modelo de Cruyff no los tragasen a ellos. Y es por eso que esa gentuza se merece esto y más.

En resumen, el FCB ha vuelto a ser el equipo más sólido de Europa contando con una plantilla con un relleno completamente contracultural y antagónico con el núcleo duro pero que ha resultado en aplastante dominio de las dos competiciones nacionales, donde campan dos de los equipos más temidos del continente. Pero la enésima "relajación" europea apeó al club otra vez de una competición europea que, pese a que su nivel y exigencia vayan por otros derroteros, tiene un brillo que no se encuentra en casa. 

XI: Ter Stegen; Semedo, Pique, Umtiti, Jordi Alba; Busquets, Rakitic, Coutinho; Endeblé, Suárez, Messi.

Goles: Coutinho, Messi, Messi, Messi.


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