miércoles, 29 de marzo de 2017

Sin el todo, la nada

Bolivia 2-0 Argentina. Clasificatorio de la Conmebol, Primera Fase


Argentina, en otra demostración de lo que es sin el mejor jugador del planeta, pereció ante Bolivia rematando un día que puede marcar de forma definitiva su participación en la próxima copa del mundo. Sin Messi, la albiceleste sólo pudo sacar 7 puntos de 24 en los clasificatorios; con él, 30 de 33. Una dura realidad para los que menosprecian el aporte del diez en su selección, del que dicen cuenta con un "equipazo” cuando se habla del papel que aporta Messi a ésta.

Una tarde que comenzó con el anunció de la sanción a Messi por parte de la Fifa horas antes del encuentro en La Paz. Una sanción injusta se mire por donde se mire, apoyada en una denuncia de todavía se está buscando quién, apoyada en un video del diario La Nación, y tras la negativa del colectivo arbitral ante la pregunta de si creyeron que el capitán los estaba insultando u ofendiendo. Una sanción sin precedentes y, a toda vista, prejuiciosa. Algunos dicen amparada en la negativa de Messi a asistir a la gala de la Fifa, otros a las malas relaciones institucionales que mantienen la AFA (desgobernada tras el fallecimiento de Grondona) y el organismo internacional. A pesar de ello, no faltaron los tontos de turno (madridistas y antimessis del cono sur en su mayoría) que justificaban la sanción per se. Como si cualquier dictamen fuera válido o justo sólo por el mero hecho de emitirse por un organismo legal. Amén de que el razonamiento completamente opuesto es igual de ridículo.

Pero sin duda, la noche puso de relieve lo que muchos apreciaron tras la tercera final consecutiva de esta generación. Que la hazaña de Messi con el combinado es la mayor hazaña de su carrera y puede que la mayor gesta de este deporte. Algunos que vienen siguiendo esta trayectoria así lo creen. Tres finales que se pudieron haber quedado en casa de no ser por la tripleta de fallos de Higuaín (uno por final) y dos fatídicas tandas de penales. Todo con un centro del campo Mascherano-Biglia, unos laterales como Zabaleta y Rojo, Demichelis de central y dos entrenadores diferentes. Todo ello soportando por cada final perdida aún más presión en el país donde el fútbol es ya en sí un hervidero sociocultural sin parangón. Si hubiera marcado Higuaín la del mundial, Argentina tendría un mundial y dos copas américas, es decir, lo que hizo España con una generación irrepetible, una idea clara e indiscutible de juego, un par de muy buenos entrenadores y un elenco de jugadores que, para resaltar su calidad, sólo las figuras de los xaviniestas destacaban un poco por encima del resto. Argentina no tiene ni de lejos nada que se acerque a eso, aún así, Messi los llevó hasta la cima las tres veces. Pero como Sísifo, cayeron las tres. Pero algunos niegan esta realidad acordándose de Maradona. Pero sabemos que también reparan -aunque no lo digan- en que él tuvo que apoyarse en los compañeros no sólo para ganar la final del mundial 86, sino que no anotó ni un solo gol en Italia 90, donde cayeron subcampeones. Amén de que nunca ganó una Copa América. Pero poco importa, porque en mentes vacías no queda espacio para la reflexión.

Suerte que la noche se arregló con las declaraciones de Piqué. Retrató a Marta Silva y la disparidad de trato que reciben ante la misma justicia, que además calienta asiento en el palco de concha Espina, madridistas y barcelonistas. Y es que de esta señora no teníamos noticias desde que desapareció del panorama público cuando Football Leaks encontró los, ¡ojo!, 150M€ que la señorita de Madeira tenía ocultos pero de los que ahora ni los mass media ni Hacienda quieren saber más. El mismo madridismo que acude al socorro de un iletrado de épica como Canelita, que es como cuando Trevor Bervick quiso enfrentar a Mike Tyson, algo vergonzosamente descompensado. Ahora, el madridismo random se rasga las vestiduras por unas declaraciones tan obvias como hirientes. Y es que a nadie se le escapa que hay que ser subnormal para querer empañar una remontada de seis goles cuando a ti te regalaron el único que pudiste marcar en una final de Copaeuropa y vas por el mismo camino para ganar tu segunda competición nacional en nueve años. Y es que la verdad, sobre todo cuando te pone ante el espejo, duele.


PD Denunciar estas miserias del madridismo no está mal, lo que está mal es acusar al contrario sin prueba alguna de doparse, y luego esconderse. Como la rata que eres.

jueves, 9 de marzo de 2017

La vida es sueño


Barcelona 6-1 PSG. Copa de Europa, vuelta de octavos de final.




El Barcelona, en la noche más épica, escribió el capítulo más emotivo de la historia de la Copa de Europa al remontar lo imposible ante el PSG. Decía Luis Enrique en la previa que creía en los seis goles. Cualquier barcelonista pensaba que cuatro podrían ser, que cabía esa posibilidad, pero los seis no entraban en el imaginario colectivo. Sí lo creyó el equipo, lo creyó Luisito, cayéndose a plomo cuantas veces hicieron falta, y lo creyó por encima de nadie Da Silva, que entró para siempre en el imaginario culé, de donde no se sale nunca. El Barcelona de las remontadas que empezó con el hat-trick del Pichi Alonso ante el Goteborg, certificó su naturaleza con las ligas en Tenerife y le dio al equipo que tiranizó la década su gesta el día de la hazaña de Messi ante el Milan, obró el milagro del siglo. Lo que nunca nadie hizo, remontar un 4-0,y contra un firme candidato al título. Lo que parece una gesta irrepetible, al menos la más grande que hemos visto hasta hoy, y que se cerró gracias a mantras tan prosaicos pero tan ciertos como el “no dejar de creer” o “seguir luchando hasta el final”.

No pudieron comenzar mejor las cosas en el Estadi. El PSG compareció acongojado, un invento que sólo puede hacer el barsa. A los tres minutos, el Perro, que siempre pelea como si tuviera la última de su vida, cazó una carambola que dinamitó la poca confianza con la que habían venido los parisinos. La remontada era más que posible, y se transmutó después en probabilidad con una torpeza en propia puerta que nos puso dos a cero. Nada más volver del impasse del descanso, D10S transformó un penal que disparó toda euforia pero Cavani, en la jugada más tonta de la noche, jarreó el campo con una ducha de agua fría que hizo parecer orillar al Barcelona. Pero creyeron. Creyó Mascherano, cuya impecable noche remachó con una salvada a Di Maria como la que le sacó a Bendtner la remontada al Arsenal que inició el camino a Wembley. Un Mascherano que, por cierto, nunca estuvo presente en los dos puntos negros de la historia reciente del club: Munich y París. Pero creyó también Ter Stegen, que salvó lo imposible y nos dio la vida en el descuento robando un balón en la media tras subir a rematar. Creyó Messi, que con una marcha menos estuvo acertado en todas las decisiones, ordenó al equipo en la frontal y la tocó siempre con quién se le ofrecía. Encajó el penal y siguió empujando y temporizando pese a que se veía con una velocidad de menos. Y creyó Da Silva. Creyó nada más salir de Paris. Se hizo grande en la noche más grande y nos llevó al cielo a todos. Una falta impecable, un penal con una personalidad sólo al alcance de los elegidos y una pausa para la historia antes de poner la última con la izquierda. Da Silva, macho, que pese a fracasear en un alto porcentaje de partidos para un eminent world class como él, no ha fallado en ningún partido grande. Da Silva nos hizo creer.

Se llevó el premio Roberto. Profesional como pocos que lleva dos años sin un pero instalado en un sitio que no es suyo por la mala planificación deportiva. Se ganó nuestro perdón Luis Enrique, que arriesgó con todo en un cruyffista 3-4-3 que demuestra que lo original suele salir bien. Devolvió con creces todas las boutades de este año y creó inteligentemente un entorno para creer en lo imposible. La gesta más grande este deporte se vivió anoche, 8 de marzo de 2017, al este del ensanche de Barcelona. La carrera desbocada de Lucho, la celebración de GOAT subido a la valla con la gente, la solitaria celebración de Ter Stanton, la felicidad de cuatro exfutbolistas británicos en un plató de televisión y las lágrimas de emoción de los que lo vivieron desde dentro. No vio este deporte cosa igual. El Fútbol Club Barcelona compartió su noche más grande para que el planeta tierra no viera sólo cuál es el mejor equipo del mundo, sino que en la vida, siempre, siempre, hay que seguir creyendo que, hasta el final, todo es posible. La vida, como dijo Calderón de la Barca, es sueño.

XI: Ter Stegen; Mascherano, Piqué, Umtiti; Busquets, Sergi Roberto, Rakitic, Rafinha; Messi, Luisito, Neymar.
Goles: Luisito, Kurzawa (pp), Messi, Neymar, Neymar, Sergi Roberto.
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