martes, 12 de enero de 2016

Las odiosas comparaciones


Debería sesgarse de la lista de votaciones a los personajes que incurren en comportamientos extraños. Luego, a modo de lista negra, recopilar en un dossier el nombre de los que, ya sea por malicia o inocencia, entronaron a un Cristiano que evitó un podio copado por la tripleta culé. “Es que Penaldo ha marcado muchos goles”, decían. Sin pararse a pensar, un simple momento, que Luisito metío sólo dos menos, ganó 5 títulos y apuntilló a todos sus grandes rivales, mientras que del otro, pocas penurias más podemos relatar. El caso es que Dios en la Tierra recogió su premio y se marchó de Suiza con su familia antes de que Higuaín volviese a aguarles la fiesta. En los medios, la noticia transcurrido un año de la anterior edición no ha sido el “justo merecimiento del vencedor”, sino la disfuncionalidad del sistema de votos. “¡No se votan entre ellos!”, decían de Messi y Ronaldo. “¡No hay un criterio claro!”, alegaban en un editorial. Hoy, la línea periodística merengona coincide en alzar a Messi y Cristiano como los mejores de una generación. Pero no hay más que examinar las listas y ver que en los países donde seleccionadores y capitanes votaron al portugués es más fácil contraer una enfermedad tropical que organizar un partido de fútbol 7, mientras que el voto periodístico resultó bastante esclarecedor. Pero oye, mejor analizar por qué el topo no votó y qué es lo que decidió del Bosque. Tampoco es que se esperase menos después del rapapolvo periodístico que recibió la culerada tras los duelos contra los pericos. Si bien, parece que, desde que el Piscinas aterrizó en Barajas, éste decantó a su favor el trepidante número de una liga y otra copaeuropa, mientras que su némesis, el pequeño con el que ellos le comparan y nivelan, ha levantado cuatro ligas y dos copaeuropas, habiéndole ganado otra final europea justo antes de la venida del primero. Todo ello sin entrar a valorar la influencia de cada uno en el juego de su equipo. Pero no es ciego el madridismo, sino astuto, y malmeterá hasta donde quiera (porque tiene licencia para ello) harto de toparse con la figura de Messi hasta en sus peores pesadillas. Como aquella ciudad llena de Charles Bronsons que encontraron los Simpsons en su periplo por el sur de Estados Unidos. Lamentablemente, el madridismo tendrá que seguir tragando, ya sabemos que el hábito hace al monje. Pero mientras esperan el repunte del astro que no marcó a ningún rival de mediana enjundia, maquilló sus números avasallando a equipos humildes y expuestos y coqueteó con los cantos de sirena que ululan desde las profundidades del Sena; el enano seguirá con sus quehaceres en el más absoluto silenció con la convicción de que, en casa del que más le odian, seguirá echando la puerta abajo. Y lo mejor de todo esto es que detrás viene Fracasinho. 
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