miércoles, 26 de abril de 2017

Porque Diós así lo quiso

Cartel Jalisco Nueva Generacíón 2-3 Fútbol Club Barcelona. Liga, jornada 33.


No hace mucho, un Barcelona que alineaba una excelsa retaguardia, defendía con la posesión del balón. Hoy día, cargando una cogida con pinzas, no son capaces ni de guardárselo durante un prudente espacio de tiempo porque la junta y la dirección técnica desarbolaron progresivamente una idea de juego del que ha quedado Messi como guardián de la última esencia. No es poco tiempo el que lleva haciendo de Xavi, muchos días, e Iniesta, algunos más. El día que toque hacer el trabajo de Busquets, será Bekembauer. Y ayer, haciendo de todos y de él mismo, arrasó por enésima vez el campo que mejor se le da dejando tras de sí una serie de cadáveres futbolísticos a su paso.

No se empezó cómodo con el esperpento. En los primeros compases, el Barcelona no tocó balón. Después, Messi ordenó al equipo, decidió a qué ritmo iba a jugarse y los 21 comparecientes tuvieron que adaptarse a su libreto. Messi, algo de Roberto y un poquito de Busquets es todo lo que podía ofrecer el Barcelona. Suficiente para dominar a un Madrid abocado al contragolpe. Pasado el cuarto de hora, un codazo criminal a cinco metros del línea tumbó a la bestia. El primer gol local lo vio con un trapo empapado en sangre. Ahí ya había dejado en evidencia a su marcador un par de veces. Y, culminando una combinación magistral, igualó el marcador con un recorte y definición marcas de la casa. Incapaces los delanteros, la vuelta del impasse trajo un intercambio de golpes donde Zidane tuvo que ordenar sus piezas en aras de un más que probable sacrificio del medio del Madrid que todos veíamos venir. En estas, Rakítico, desaparecido toda la temporada, soltó un trallazo a la escuadra que inclinó el campo algo a nuestro favor. El partido siguió discurriendo por los cauces habituales hasta que Canelita, indigente mental que acumulaba dos expulsiones en los últimos tres años contra nosotros, cazó a Messi con ambos pies por delante. El argentino se cobraba su tercera víctima. Pero con la expulsión vino un cambio de guión. El Barcelona no está dirigido por Mourinho, Helenio Herrera, Trappatoni o Allegri. Y por lo tanto no es que se defienda como Sergey Karjakin. Está dirigido por Lucho, con todo lo que esto conlleva. Y lo que vino fueron un aluvión que, pese a la superioridad numérica, el equipo no supo paliar. Sólo Messi, otra vez, volviendo locos a Kroos y Modric, daba un respiro al Barsa. Entre medias, Piqué tuvo una clarísima y Ter Stanton se volvió a hacer enorme. Pero el Madrid obtuvo premio y James igualó el marcador a pocos minutos del final.

Con medio mundo pensado en una liga decidida, al argentino parecía que todavía le quedaba algo que decir. Como si no pudiese perder este partido. No sería ayer. Sergi Roberto, que empieza a disfrutar de la épica, sajó el campo de arriba abajo con una carrera bestial y en una combinación ayudada por un bloqueo del perro -su única buena acción de la noche-, Messi reventó la liga y enmudeció al Bernabéu. Cómo los mejores ajedrecistas, Messi, una suerte de Bobby Fischer que ha combinado el regate más explosivo, la mejor definición, el mayor talento y la mente futbolística más brillante de la historia, se anticipó en sus dos goles 30 segundos al resto del mundo. En ambas acciones, repasadas con atención, se observa cómo el astro va siguiendo la jugada, leyéndola, sin hacer casi un movimiento, como un depredador acechando a su presa, para siempre acabar apareciendo en el lugar exacto. Anoche, tras otra noche de caza, consumó su racha de celebraciones épicas y dejó otra foto para la eternidad, llevándose a casa un partido que todos sabemos que le pertenecía. Fue la enésima exhibición del mejor del mundo, el más grande de siempre.   



XI: Ter Stanton; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti; Alba.; Busquets, Iniesta, Rakítico; Messi, Suárez, Alcácer.

Goles: Messi, Rakítico, Messi.
Google Analytics Alternative