Lejos está
este año el Fútbol Club de su mejor versión, esa que aparece en las grandes
citas ya que este Barça es un equipo de Grand Slams. Es imposible, al cuarto
año de la era Pep, motivarse igual para jugar un partido de Champions contra el
Milan de Ibra y Allegri que jugar a los tres días en el Coliseum Alfonso Pérez,
o superar trámites de 90 minutos contra el Betis de Pepe Mel. Motivados sólo en
las grandes citas, un Madrid que tiene que plantarle cara al Bcn en estos duelos
directos no da con la tecla. No importa que a Messi le pesen los turrones y no
saque del bolsillo los 3 balones de oro ni que Fabregas juegue andando. El
Barça trazó una hoja de ruta, marcó un estilo y ha recorrido el camino. Unas
veces a pie (Antic), otras en bici (Rijkaard), otras en Audi (Cruyff), las
presentes en Maseratti (Pep) e incluso algunas hacia atrás (la era de los
holandeses). El camino, el balón y el toque. Mourinho, General Manager,
difiere. Cree que todos los caminos llegan a Roma, pero todavía no ha salido del
jardín de su casa.
Regalarle
la posesión al Barcelona y salir al contragolpe ha sido la fórmula más usada
por Mourinho, explotada al máximo con cinco defensas en el último retoque. Nada. En un
club poco dado a la autocrítica, Casillas -"el amargo", como lo llama mi primo colchonero de 12 años- se quejaba de los fallos de sus
compañeros a la hora de encajar el primer gol (esa salida?) a la vez que
olvidada que es el peor portero del mundo con los pies y que pelota que toca,
pelota que regala: el 100%. De los centrales, empezando por Ramos, mucho músculo
y poco cerebro. En un vestuario al que no le sobran las células grises, los
huecos entre líneas se han convertido en marca de la casa. Como también la
dañina imagen mundial proyectada. En un club que se jacta de liderar el
marketing deportivo mundial con su marca registrada (da igual que los estudios
coronen al Manchester United en este aspecto, ellos son los reyes en
autoplocamarse primeros en lo que sea) ayer la imagen que se vio fue la de un
club pequeño y malencarado. Da igual que el madridismo alce la voz y pida a
gritos un balón de oro para Xavi Hernández cuando todos sabemos que la
pesadilla, el Grinch que les fastidia su personal navidad, se llama Leo Messi.
No hacía falta ni que le pisaran los pendientes reales (Marcelo en la Supercopa ) ni que ayer
le tirara Coentrao del pelo ni que Pepe le pisase la mano. Repito, no hacia
falta. Pepe, Carvalho, Coentrao, Ramos, Alonso salen de caza. Una pena que la foto del partido no sea ninguno de los controles de
Iniesta, que bajó dos balones de la luna, y sí el pisotón a Messi.
Paradójico
resulta que Valdano, como decían ayer en una cadena de radio, saliese del
Madrid al no tolerar Mourinho la bronca que el primero le echó a Pepe por una
fea entrada a Soldado, canterano madridista. De que el caso del central portugués
es no ya de sanción, sino de lobotomía, pocos dudan. De que el padre de este
Madrid sea no ya Pepe y el clan de los portugueses, sino el propio Mourinho, o
puede que ni tan siquiera él; sino aquel ser superior maestro de las finanzas y
las matemáticas (aunque de trigonometría, curvas y parábolas, el que sabe es el
enano de Messi), adulador de masas y rey de la galaxia blanca, tendrán que
decidirlo los madridistas.
Por lo
pronto, mientras estos individuos sigan en nómina, esperaremos con más ganas
los partidos bajo la lluvia de San Mamés contra los chicos de Bielsa, que estos
insulsos partidos en Concha Espina de planteamientos cobardes.
P.D. Extracto
de la crónica de Rubén Uría en Eurosport. Nunca está de más pegar una oreja a
una puerta, a ver si escuchamos algo…
"Fin de ciclo. Los falsos profetas del fin de ciclo han quedado retratados. Otra vez. Ellos dicen mierda y hay quién les dice amén. Pero la realidad es tozuda. El fin de ciclo está lejos. Gritan fin de ciclo y ellos son el ciclo sin fin. ¿Ganar o perder? Esto no se reduce sólo a eso. los títulos son lo de menos. La imagen, lo de más. Este Barça cada vez se parece más a su entrenador. El Madrid, también. Mourinho habla y engorda su ego. Guardiola habla y empequeñece a otros. Una institución fabrica balones de oro y la otra los compra. Un club saca pecho por La Masía, el otro condena a su cantera a malvivir como un Mercedes abandonado en un garaje. El ciclo, lejos de llegar a su fin, se ha invertido. El que antes se aferraba a las excusas, el Barça, ahora es el amo y señor de la pelota. Y el que antes era el mejor con la pelota, el Madrid, se ha convertido en un acomplejado que culpa al empedrado. El Barça golea en la batalla de la imagen, el Madrid sigue deteriorando la suya. El partido fue un retrato voluntario de qué significan, a día de hoy, ambos equipos. El Barça habló con la pelota. El Madrid, con las patadas."
"Fin de ciclo. Los falsos profetas del fin de ciclo han quedado retratados. Otra vez. Ellos dicen mierda y hay quién les dice amén. Pero la realidad es tozuda. El fin de ciclo está lejos. Gritan fin de ciclo y ellos son el ciclo sin fin. ¿Ganar o perder? Esto no se reduce sólo a eso. los títulos son lo de menos. La imagen, lo de más. Este Barça cada vez se parece más a su entrenador. El Madrid, también. Mourinho habla y engorda su ego. Guardiola habla y empequeñece a otros. Una institución fabrica balones de oro y la otra los compra. Un club saca pecho por La Masía, el otro condena a su cantera a malvivir como un Mercedes abandonado en un garaje. El ciclo, lejos de llegar a su fin, se ha invertido. El que antes se aferraba a las excusas, el Barça, ahora es el amo y señor de la pelota. Y el que antes era el mejor con la pelota, el Madrid, se ha convertido en un acomplejado que culpa al empedrado. El Barça golea en la batalla de la imagen, el Madrid sigue deteriorando la suya. El partido fue un retrato voluntario de qué significan, a día de hoy, ambos equipos. El Barça habló con la pelota. El Madrid, con las patadas."
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