sábado, 4 de mayo de 2013

La conjura de los necios

"Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él". Jonathan Swift.




El término de esta tercera temporada de Mourinho al mando del club blanco marcará el periodo más largo de este entrenador al frente de un mismo club en su trayectoria profesional. La última rueda de prensa del portugués que tuvo lugar ayer a mediodía transpiró aires de despedida y ajustes de cuentas que resultaron más terapéuticas que necesarias.

Mourinho dejó entrever que abandonará el club a final de temporada. La tercera eliminación consecutiva en Europa deja al club a expensas de levantar la Copa como único título de la temporada. Un mérito insignificante comparado con las expectativas que levantó su llegada. Pero la marcha del general manager no se antoja por esos derroteros. Tras parapetarse en numerosas ocasiones tras un segundo al que atrincheró en las ruedas de prensa, sólo salió para soltar sublimes zarpazos que han desnudado las impúdicas vergüenzas del periodismo deportivo.

Foco de una guerra interna del madridismo que responde a una homotética confrontación vivida desde dentro del vestuario dónde él mismo era protagonista. Mourinho se ha enfrentado a lo que más peligroso resulta para un entrenador: las vacas sagradas y los periodistas de bufanda. Tras el éxito de su particular gestión de la suplencia de Casillas, instaurando un sistema de titularidad meritocrática. La prensa, viendo peligrar su ración de pan diario, atacó el entrenador como nunca se ha visto en un entorno deportivo. Las críticas recibidas tras el grosero gesto del dedo en el ojo –mourniho nunca se cuidó de guardar las formas- resultan una minucia comparadas con la avalancha de ataques recibidos durante su guerra con el capitán. De nada sirvió que su sustituto respondiese siendo el mejor jugador del club en Europa.

La casta periodística deportiva festeja las intenciones de abandono del entrenador. Tras una década de desastres y ninguneos en el viejo continente, las tres semifinales perdidas por Mourinho no avalan su continuidad. Con unos periodistas descuadrados que tienen el oficio totalmente desprestigiado. Las comidas con los jugadores, el tráfico de información y las parcelas en las que tenían potestad para la toma importante de decisiones recuperan su –nocivo y apestoso- tono natural.

Del aguante de Mourinho depende que la prensa pueda cobrarse la próxima victima que le permita continuar con sus quehaceres. Cierto es que el técnico nunca supo maniobrar ante la opinión pública como su antiguo homólogo del Barcelona y sus maneras nunca fueron plato de buen gusto para la inmensa mayoría. Pero circunscribiéndonos a lo estrictamente deportivo, el público, contaminado y condicionado hasta límites extremos, perderá al mejor técnico que han tenido en más de diez años. Una situación que, un año después de la marcha de un Guardiola saturado por el entorno y sus propios jugadores, refleja las similitudes en las que viven inmersos dos equipos de entornos igualmente contaminantes.

Sólo el tiempo dirá si el poso legado por Mourinho puede equipararse al dejado en Portugal, Inglaterra e Italia (países diametralmente opuestos). En todos estos sitios, el fondo pesó más que la forma y la figura de Mourinho es bién recordada. Aquí no. Y como de un Ignatius Reilly se tratase, sus formas groseras y su peculiar comportamiento han levantado multitudes ampollas. Es evidente que ahora, en el país con el entorno más mediocre y envidioso, su figura salga peor parada. Y es que a algunos les quedará la sensación de que aquí, no supimos entenderlo.

"Madre, yo sólo me relaciono con mis iguales. Y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie". Ignatius Reilly. 

Bién hizo en no ir a las ruedas de prensa. 

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