BVB 2-0 Real Madrid. Copa de Europa,
vuelta de Cuartos de Final.
Carletto lo
volvió a hacer. Sólo un cocktail formado por Ancelotti y el Real Madrid puede
permitir semejante disparate como el de anoche. La extraña pareja se inventó un
partido para la historia y le dio alas a un Borussia con seis titulares que
estaban lesionados o acababan de estarlo. En lo que pudo ser una noche para el
recuerdo, la mundanidad del italiano nos despojó de una derrota que habríamos
paladeado durante lustros.
El técnico no
presentaba mal currículum. El 4-0 ante el Superdépor, la final pérdida tras un
3-0 al descanso ante camarero Benítez, un 2-0 levantado por el United y otro por
el PSV, amén de haber perdido ya en el Westfalenstadium por 4-0 años atrás y
los fracasinhos en la competición doméstica ante Barsa y Atleti. Así vestía el
pacificador en rueda de prensa tras anunciar que los pisapiedras, que parecía
no habían aprendido nada del año pasado, necesitaban un gol en noventa minutos.
Qué puto amo. Tras un penal errado por Di Maria, el Dortmund se echó a lomos de
Hummels y Reus para arrasar cual pánzer al Madrid. El central, descartado por Vilanova
un año atrás tras otra inmejorable actuación ante el mismo equipo, rompió líneas
a zancadas de gigante y actuó de falso mediocentro filtrando pases de todos los
colores (incluídas las exquisiteces con el exterior del pie). Las parábolas las
recogía un Marco Reus que dirigía la ponencia arriba. No tuvo nada que ver con lo del año pasado. El repaso táctico de entonces quedó relegado a una
táctica más primaria consistente en subir cual manada de búfalos. Pero tras
el dos a cero del descanso iba a aparecer un nuevo héroe…
El entrenador
del Madrid es un perdedor de aúpa, un loseador de nivel que lo mismo te pierde
con un Milan de época que con un PSG que supura petrodólares o con un Madrid
que es el equipo más caro de la historia. Un hombre que te losea desayunando
con diamantes o pujando fuerte en Sotheby’s. Un loseador peleando entre los
mayores perdedores del universo. Un loseador a la altura de los mejores Wenger,
Pellegrini o Paco Jémez. Pero tiene un defecto: sigue siendo un loseador terrenal, un loseador
exotérico, tangible y palpable. Un loseador de este mundo. No contaba con el
protagonismo que le iba a robar Mkhitaryan: un perdedor de época. Un loseador
de nombre irreconocible. Un hombre que no es capaz de encestar un tiro libre en
ninguno de los siete anillos de Saturno. Un hombre que mea sentado. Un Julito Salinas de altos vuelos y un Abreu sin carisma. Un loseador
de grandes citas. Vaya tela lo de Carletto que ni cuando tiene que hacer
historia perdiendo, pierde. Es el colmo del perdedor, la paradoja del perdedor que pierde ganando, que no le dejan ni morir
con gloria. Negada la poética de la fatalidad por un loseador mejor que él, con
menos carisma pero más fatalismo. Mkhitaryan, un perdedor de postín, un acaparador
de derrotas. Tras el penúltimo fracaso, Ancelotti volverá a pacificar ruedas de
prensa y aspirar a títulos que por vergüenza desmerecen. Veremos con qué jugada
maestra nos deleita la próxima vez.
Pero no todo
es paja en el ojo ajeno. Esta noche, entre los matojos donde pastorean las
cabras sobre la hierba de Diego Pablo, el Barcelona se juega la vida. No es
este un espacio para airear vanidades pero, ante el partido más importante de
la temporada, hemos de aprender de un pasado reciente donde se hicieron las cosas bien. Hace un año, Fabregas, el loser definitivo, el perdedor
adimensional, el loser extrasensorial, semidiós de los losers, el falso mediocentro, el falso nueve, el falso interior, el hijo prófugo, el falso-falso; se quedó fuera del once ante el Milan
porque Vilanova-no-quiso-a-Hummels tomó la decisión más inteligente de la
temporada. Sentó al mayor loser que ha visto el Estadi del FC Barcelona y
remontó una eliminatoria que tenía más que jodida.
P.D. El PSG, anterior plantilla de Ancelotti, se dejó remontar con 2-0 por Mourinho en el otro partido de anoche.
La sombra del ciprés es alargada, y la de Carletto, mucho más.
XI:
Weidenfeller; Piszsczek (Aubameyang), Friedich, Hummels, Durm; Jojic, Kirch;
Grosskreutz, Mkhitaryan, Reus; Lewandowski.
Goles: Reus,
Reus.
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