Existen
personas que no quieren mezclar fútbol y política pero ni quieren oír hablar del hecho de cambiarle el nombre a una competición nacional y están también quienes aducen que
los deportistas tengan opinión personal siempre y cuando no contradiga la suya
propia. A estos cuñaos de manual no les molestó nunca que el paquete de
Fábregas pasease una señera tras ganar una Supercopa en la que, como acostumbran, en
otro alarde de deportividad no se quedó el Madrid a ver como la levantó el eterno
rival. Con Piqué, sabido su apoyo a la consulta soberanista pero sin que él
mismo aclarase su posición ideológica respecto a la misma, tampoco nadie se molestó
hasta que se burló con gracia y sorna del Madrid. Ah, amigo. Para más inri, el jugador ,que siempre lo dio todo por la selección, ha de ver su imagen maltratada tanto por medios
afines al equipo que no lo puede ni ver como por compañeros de selección
militantes –o ex militantes- del mencionado equipo que para colmo rozan el retraso mental. Jugadores por cierto que
tomaron el club como cortijo propio y a los que sólo les faltó orinarse
literalmente en un escudo maltratado por ellos y sus entornos más cercanos.
Pero al aficionado random parece no importarle tanto las tropelías que perpetró
el portero más amargo de la historia del fútbol español ni el chantaje
épico al que Canelita sometió al club durante todo un verano para ganarse
una renovación mayúscula tras uno de sus peores años como jugador –y no han sido pocos-.
Y es que bien harían los madridistas en rasgarse las vestiduras y no tomar como
propia una selección donde siempre predomina la clase barcelonista. Ya saben
ellos sobre qué jugadores y estilo de juego se cimentó el equipo que levantó el
único mundial que disfrutaron. Dicho esto, no sería de extrañar que el que ha vuelto a ser el mejor
central del mundo se plantee si merece la pena soportar estas necedades
y quedarse en un combinado con poco presente y parece que menos futuro donde
recibe cobardes críticas tanto de prensa como de compañeros una vez acabadas
las concentraciones, o centrarse en el club de su vida. Como poco, no les vendría mal una corrección educada que les ponga en su sitio del compañero que, por muchas bromas que haga, tiene más cabeza y sentido común que ellos dos juntos -lo que tampoco es que sea meritorio-. Pero por lo pronto, no
parece probable que el aficionado medio sepa discernir entre lo que es la Selección y el Real Madrid, cosa que no es de extrañar viendo los resultados
que últimamente cosechan ambos.
PD Siempre es
catártico delegar responsabilidades y buscar excusas nimias, pero correr un
tupido velo sobre el partido de la selección en el Bernabéu y dejar que los
medios justifiquen el cambio de sede con el tema Piqué engañará a pocos. No
pasa nada por asumir que la selección pierde caché a borbotones y no llena tres
cuartos de entrada ni en campos de tercera categoría.
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