domingo, 26 de febrero de 2012

Lillo, Emery y Harry Redknapp


En el derby del norte de Londres, el Arsenal tenía que resurgir de sus cenizas dando la campanada en casa ante un Tottenham que siempre puede con él en los últimos enfrentamientos directos. Wenger metió la quinta marcha y a Harry Redknapp lo pilló poniéndose el cinturón.

Dice Juanma Lillo, para entendernos un Valdano en versión española que no casposa: “dime con qué mediocentro juegas y te diré qué equipo eres”. Más razón que un santo. Pues bién, Arsene Wenger ordena su equipo alrededor de Alexander Song, que ya tiró del carro él solito para remontarle un partido de Champions al Barcelona la temporada pasada. En el banquillo de enfrente, nuestro amigo Harry: entrenador, periodista, presunto evasor de impuestos y aspirante a domador de leones, ingeniero civil y seleccionador nacional (todo es poco para Harry)  lo hace a través de Scott Parker, que está más pendiente de su flequillo y de que no se le salga la camiseta del elástico del pantalón (por encima de las rodillas siempre) que de que Arteta haga lo que quiera.

Y eso hizo, pese a que en el minuto cuarenta los Spurs ganaban en territorio hostil por dos goles, uno regalado por un penalty inexistente; el Arsenal se quitó de encima los fantasmas que merodean por el Emirates y remontó el partido. La clave: la intensidad. Mientras los jugadores del Tottenham merodeaban por el stadium cual fantasmas sin tener las cosas muy claras, los gunners enfilaron la portería rival desde el minuto uno. Con Wenger todo el rato a pie de campo dando instrucciones y motivando a sus jugadores y nuestro amigo Harry, con esa cara de espabilado tan suya, sentado en el banquillo. Y así, mientras a Harry no le cambiaba el semblante de la cara, aunque apostaría que se iba volviendo más rojo por momentos, al Totenham le empataron antes del término de la primera parte y le cascaron tres chicharros en la segunda (por la gracia de Van Persie, que se quiere llevar la Eurocopa él sólo) y se llevó una manita a casa.

Todo es posible con Redknapp, hasta que Walcott haga dos goles. 

Nuestro entrenador, como otro gran estratega patrio llamado Unay Emery, mostró una vez más su incapacidad al enfrentarse con partidos complicados (algo que le suele pasar también al pretendido Gareth Bale). Con más miedo que los griegos ante una nueva calificación de su deuda por parte de los sociópatas de Standar & Pools. Mucho tendrán que cambiar las cosas si, como se cumplan las aspiraciones de nuestro querido Harry de entrenar también a la fracasada selección inglesa, quiere hacer un buén papel. Porque aunque según el propio Redknapp se vea capacitado para hacer los dos trabajos, desde fuera más bién parece que no es capaz ni de mantener el tipo ante la más nimia adversidad.

            Paradójico. ¿Será Redknapp del Arsenal? Eso explicaría algunas cosas. Este aficionado que se lo encontró -siempre alerta- en un avión cree que si. 

PD En otro orden de cosas. Una nueva lección de fútbol por parte del árbitro inglés. En el segundo gol del Tottenham, tras un piscinazo de Bale, el árbitro parece que lo ve claro y pita penalti. Lo que pasa en Inglaterra: después de pitar se duda, habla con el linea y decide que es penalti pero, aún siendo el portero el último hombre, ni amonesta siquiera al portero y no deja al Arsenal con diez: el partido sigue vivo. Que hubiera pasado en España: “Rafa no me jodas”, expulsión, amarilla por protestar a 2 defensas más y a tomar por culo el partido.

En el minuto 20. 


PD 2. Del Bosque vuelve a dejar fuera de la convocatoria a Jose Enrique. Gracias, señor Marqués. Que tengas la misma suerte que con el Besiktas.

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