Aterrizó el Athletic en
Manchester junto con 50000 seguidores, o al menos esa fue la sensación que
transmitió la retransmisión, aunque se dijo que eran “sólo 8000” . Liderados por un loco,
asaltaron el teatro de los sueños, el campo del Manchester United, a día 8 de
marzo de 2012. Una fecha que quedará marcada para la historia.
Ciencuenta años hacía que el
Bilbao no pisaba Old Trafford. El mejor escenario posible para el equipo más
inglés de nuestra Liga. En esta Europa League con más talento en los cuadros
que su hermana mayor de orejas insultantes, el Athletic no le teme a nada, ni a
los reyes de Inglaterra. No importaba que Rooney estrenase el marcador porque
los niños de Bielsa salieron con el cuchillo entre los dientes. Jugaban en
casa, o al menos así lo parecía porque los bilbaínos enmudecieron a los
seguidores reds, así que tenían que comerse el mundo. Claros dominadores del
centro del campo, el tempo y la dinámica del choque, el golazo de Llorente al
borde del descanso nos dejó el marcador en tablas, no así el campo, que los
cachorros se encargaron de inclinar a su favor.
Más de lo mismo. Ferguson,
el entrenador por excelencia del fútbol mundial, decidió ver los primeros
instantes de la segunda compartiendo zona técnica con Bielsa, que no pudo
pasearse como acostumbra con tan grata compañía. La premisa en los red devils
era clara. Tiempo llevan jugando sin protagonismo, dejando jugar al rival para
que Rooney o Giggs inclinen la balanza en un alarde de genialidad. Oficio y más
oficio. Sólo en las finales de Champions cambian el guión para suicidarse
contra un Barcelona imponente. No tocaba esta noche tampoco cambiarse de traje.
Estajanovista hasta la
extenuación, obsesivo y perseverante entre otras muchas cosas, ya saben. Bielsa
modela a sus equipos a su imagen y semejanza. El resultado de este Athletic es
un derivado del Barcelona. Una oda a la posesión y al toque, a la presión y a
la intensidad. No van de chaqué como los pupilos de Pep, pero visten una
americana muy pintona. Bielsa comprende, como le hizo entender a Pep, que la
clase y la agresividad no son malas compañeras. Con dos pepinazos y mucho
talento, el Bilbao metió un miedo en Old Trafford como nadie había conseguido
en años. En medio del run run en las gradas, siempre silenciado por el ruido de
los vascos, de Marcos anotó el segundo. Old Trafford se caía. Poco después, en
un despeje de de Gea, Muniaín cazó el rechaze y reventó por tercera vez la
porteria red. Bobby Chartlon no daba crédito. Todo parecía acabar así cuando en
una inocente mano dentro del area, el colegiado señaló el penalty. Como era de
esperar, Rooney maquilló el resultado para tener una vuelta digna de la función
de hoy. Se acabó el partido y reventó el estadio.
Nunca ha tenido el Athletic
mejores actores que los de esta temporada. Ni mejor director, claro está.
Lejos está en el recuerdo el Athletic de las ligas y campeón de copas. Eran
otros tiempos y era otro fútbol. En estos tiempos que vivimos las gabarras
no largan amarras con entrenadores como el rubio de Barakaldo ni reventándole
el tobillo a Messi o al Maradona de turno. Y para convertir al loco en marinero de agua dulce, el Athletic ha asimilado un cambio
de estilo brutal. Encomendados a la mente del sabio de Rosario y al talento de unos
chavales que dominan los partidos como a pocos jugadores se les recuerda,
deberán prepararse el papel para la proxima función. El escenario no es malo,
como en la ida, vuelven a jugar en casa. En San Mamés, la catedral del fútbol.
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