domingo, 3 de abril de 2016

La noche de los muertos vivientes

Barcelona 1-2 Real Madrid. Liga, 31 jornada. 


En la noche del primer partido tras el fallecimiento de la personalidad futbolística más importante del siglo XX, un desgastado Barcelona resucitó a un Madrid que demostró durante sesenta minutos estar para poco más que la épica. Comentaba literalmente un seguidor culé por tuiter en los mentideros del sorteo de cuartos de Copaeuropa: “el madridismo sueña con la Champions porque sabe que con Florentino se juega a tres partidos: semifinal y final”. No estamos aquí para hablar de la bonanza madridista en los sorteos del torneo, pero sí para, una vez llegados a este punto, saber que el partido de ayer era, para el Madrid, una catarsis; y para el Barcelona, la oportunidad de hundir al que puede ser su mayor competidor continental. Pero no se lo tomaron por igual.

Por ello, es menester contextualizar las vicisitudes de cada equipo, a fin de entrever cómo enfrentó cada uno el choque. El Barcelona, por su parte, tuvo a toda su delantera peleándose en el Nuevo Mundo por las durísimas clasificaciones sudamericanas para el Mundial que Messi y Dybala levantarán a la par en tierras de tito Iósif. Seguramente condicionados por el choque del martes donde enfrentarán a Simeone y su bloque en la eliminatoria más reñida de los cuartofinales europeos. Por otra parte, el equipo de Lucho prioriza el ganar títulos más que el espectáculo o los derbys directos, y ayer, con vistas allende el clásico, el coste psicológico y físico era demasiado a cuatro días del Atlético. La situación del Madrid era diametralmente opuesta. Eliminados en Copa y sin posibilidad de alcanzar la liga, una eliminatoria irrisoria en Europa para nada le exigía dosificar ni reservar fuerzas. 

El choque, durante 60 minutos, estuvo en el balón. Y el balón, desde que Johan se sentó en el banquillo hace ya casi treinta años, ha sido siempre nuestro. El equipo movió y movió el cuero durante todo ese tiempo siempre al ralentí, ellos ni la olieron, pero nunca metió esa marcha de más que hubiera generado más oportunidades. El punto de inflexión vino en dos opciones puntuales: la expulsión de un Canelita acostumbrado a jugar con carta blanca (aún se recuerda el sonrojo con Lewandowski en 2013), y el cambio de Rakítico por Arda Turan. El turco, que está de vacaciones en el Barcelona porque dijo que en el Atlético se corría mucho, parece que tampoco quiere correr aquí, y con la salida del croata perdió el equipo el equilibrio que ostenta desde que él llegó al club. Pasado esto, el partido en su última media hora estuvo en la cabeza de los jugadores, y ahí el Madrid se vio más fuerte que el Barcelona. Porque querer es poder, y el Madrid lo quiso todo sin dejarse nada. Empezó a correr, que es lo que más le gusta y, sin un plan establecido, porque desde Mourinho estos seres no han pergeñado plan alguno, se encontró con un Barcelona condescendiente y amasó un puñado de oportunidades que no podían desaprovechar. Se fue el Barcelona perdiendo un partido que pensó que ganaría sin despeinarse y salió del Estadi un Madrid más vivo que nunca al que su rival (que es mucho más equipo que él hoy día) lo trajo de entre los muertos para que enfrente Europa con otra mentalidad. 

Una buena paradoja que sacudió el club la noche que (mal)honraron a Cruyff. El mito que cambió para siempre la mentalidad de un club hundido y lo convirtió en el mejor equipo del mundo. Pero esto no acaba aquí, el Barcelona, pese a poner la gasolina que ha prendido la mecha para que estos se pongan como una moto en Europa, sigue siendo claro candidato a levantar otro triplete consecutivo y algo habrá aprendido de lo que pasó ayer. Además, el ruido del entorno madridista (parece que salvaron ayer la temporada) servirá de acicate como lo fue otras muchas veces. Y hoy día sólo hay que hacerse la misma pregunta que se hace siempre Guardiola: “¿Qué haría Johan?”. La respuesta, por suerte, está en casa. En la casa de Cruyff. Una leyenda que sigue y seguirá estando muy viva.

PD Esto también lo deja Johan como legado: hasta su llegada, el Barcelona celebraba ganarle al Madrid mientras éste celebraba títulos. Hoy día, es justo al revés. 

PD2 El descafeinado "homenaje" de unos dirigentes que se lo quisieron quitar de en medio cuando vivía. Os esperaré en el infierno, malnacidos.

XI: Bravo, Alves, Piqué, Mascherano, Alba; Busquets, Rakítico (Ardando Turán), Iniesta; D10S, Luisito, Da Silva.
Goles: Piqué.

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