A falta del
puntillazo final de la temporada; donde la liga se decidirá seguramente en La Catedral con la visita
del equipo del arrebato a los niños de Bielsa y el fin del mundo se avecina,
tal y como predijeron los mayas, el 19 de mayo en Munich; sigue sin cerrarse el
debate de quién será el nueve de la selección española para la Eurocopa de este verano.
Aparcado temporalmente tras elevar la prensa madridista a Cristiano
Ronaldo a los altares por dos goles tras cuatrocientos intentos, la cuestión está lejos de
resolverse y, conforme se acerca el momento, no se siembran más que dudas. Los
principales candidatos están realizando temporadas irregulares y ninguno parece
ganar posiciones respecto a los demás, aunque existen excepciones.
El mejor
clasificado en la batalla de goleadores es Llorente. Con la experiencia del
mundial y la variante que ofrece su juego se presta quasi imprescindible para
la roja. El currículum que ofrece un año de trabajo con el Loco Bielsa no debe
pasar desapercibido para que su compañero Muniaín lo acompañe este verano en la
convocatoria, pero eso es otra historia. Soldado le persigue de cerca, pero sí que
está lejos de ser un jugador importante en partidos decisivos, donde rara vez
se descubre. Negredo, que partía como teórico favorito al principio de
temporada sigue a la deriva y su exclusión no sería una sorpresa.
Pero la
selección necesita talento. Y el talento se encuentra fuera. Que a Fernando
Torres se le haya perdido el gol no quiere decir que no esté jugando bién, cosa
que sí está haciendo. Que aparezca en la lista final dependerá de los planes y
la confianza del marqués. Pero el imprescindible tampoco se encuentra en
Inglaterra.
Y el imprescindible, ahora más que nunca con
Villa en fuera de juego, es otro
falso nueve. Un nueve con el 7 a
la espalda que tiene más talento que todos los demás candidatos juntos.
La fascinación mediática por los goles de “cucchiaio” y las pisadas de fútbol
sala no le deben restar protagonismo al trabajo que hace Raúl en el Schalke. Tras
llevar él sólo al equipo a semifinales de Champions la pasada temporada
cual Maradona rondando el Vesubio, todo Bilbao ha tenido que arrimar el hombro para
echarle de la UEFA ,
dónde casi clasifica el equipo él sólo contra el equipazo de San Mamés.
Sin ser un
diez en nada, siendo un ocho en todo. Tras los últimos años parasitando una alineación
como la del Madrid y luciendo mucho menos que otros delanteros como Villa,
Eto’o o Forlán que le comían el terreno en los campos nacionales, ganándose el aplauso fácil y controlando
un vestuario por el que desfilaban entrenadores y delanteros de clase mundial
al ritmo que marcaba el siete, Raúl ha tenido que emigrar para crecer como
futbolista. Con el trabajo de siempre, las ganas como nunca y el talento por
las nubes, Raúl es un genio. Y los genios tienen que estar en la selección.
P.D. La
causa de José Enrique ya está perdida. Esperemos por el bién de todos no perder
también esta.
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