martes, 24 de mayo de 2011

La batalla de San Jorge

El próximo sábado se juega la final del torneo más importante a nivel de clubes. Los dos mejores equipos europeos de la última década se juegan el título de Rey de Europa a partido único en el mítico Wembley donde el Futbol Club Barcelona se las verá con el Manchester United, reeditando la final de hace dos años, donde el Barcelona consolidó un modelo trabajado durante casi dos décadas.

Acostumbrado a destacar en las finales, Messi sabe lo que es ganar una final de Champions al MU

La cruz de San Jorge, enarbolada por la República de Génova que controlaba el comercio naval mediterráneo en el siglo XI, fue la bandera insignia de la Royal Navy –la mayor potencia marítima del mundo- tras el permiso solicitado por Inglaterra para portarla en sus buques; siglos después es el emblema nacional. En otro lugar del mediterráneo, el equipo que deslumbró al mundo hace veinte años y consololidó su estilo con un cabezazo de Messi ante los ingleses en la ciudad del Coliseo porta la misma cruz bordada en parte de su escudo, la reservada el emblema de la ciudad y no a la cruz de bandera de del país de origen del fundador, como algunos creen equívocamente.

El choque entre estas dos potencias futbolísticas mundiales, como máximos representantes y exponentes de sus respectivos países se presta tan apasionante como incierto. El Barcelona no tuvo problemas hace dos años cuando, necesitado del triunfo como justificante último a la filosofía del club, pasó por encima de unos ingleses entregados a la causa de aquel ofuscado jugador mediocre en lo colectivo elevado a los altares del fútbol por la gracia del marketing y la caverna. Ahora, despojados de cualquier influencia lusa, el antiguo Newton Heath es un equipo infinitamente más completo, y por lo tanto más peligroso.

Ya ensalzamos sus virtudes e historia en este mismo espacio, pero es necesario recordar que cuando en un equipo prima lo colectivo y los objetivos del grupo por encima de cualquier meta personal, el reto de los rivales es sumamente complicado. Sería impensable tratar el choque como un enfrentamiento de figuras, aunque los dos mejores atacantes del mundo se enfrente cara a cara. La imposición de estilos, donde frente a los violines de la dispuesta orquesta sinfónica culé Sir Alex Ferguson proyectará telarañas en la media para frenar al trío calavera y plantará volantes escopeteados para robar y cabalgar; será lo esencial de la eliminatoria.


Motivados por el escenario de la final, a un Barcelona de ciclos interminables que el mismo Ronald Koeman catapultó a los altares del balompié esta final no le cierra ningún ciclo, puesto que la autorenovación de la masía promete venideros años de gloria. Al contrario que equipos históricos dependientes de figuras extranjeras y de ideas abanderadas por entrenadores unicos como puede ser el Milan de Sacchi, este Barcelona no contempla Londres como el final del viaje, sino como una pequeña parada donde poder clavar su bandera. Una bandera que, dibujada con la misma cruz de San Jorge que llevan los ingleses, simboliza el seguir imponiendo su hegemonía mundial y el triunfo del estilo para, tocando los violines, alcanzar la gloria una vez más, y seguir recorriendo el camino.

PD El análisis e historia del Manchester United en este mismo blog http://trasterodel10.blogspot.com/2011/04/newton-heath-imposible-de-derribar_6792.html

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