Juguetes rotos

 "La Gazzeta dello Sport" bromeó sobre de qué se iba a disfrazar Adriano Leite (Río de Janeiro, 17 de febrero de 1982) este carnaval: de futbolista.

283 minutos ha durado la estancia del carioca en Roma, ciudad y equipo que le dieron la última oportunidad de sentirse importante como jugador en Europa. Tras llegar a Italia con 20 años, Adriano despuntó en el Parma y el Inter como nadie, delantero con un físico que lo situa entre Luca Toni y Ronaldo, su disparo de falta tiene la misma potencia que Roberto Larcos pero muchísima más efectividad. La muerte de su padre en un tiroteo en Río derivaron en problemas de alcoholismo, de peso, matrimoniales y autodestrucción. Tras volver a Brasil y codearse con traficantes de las peores favelas, ser pillado bebiendo agua de coco en Copacabana en vez de entrenar y fotografiado en una moto de paquete y sin casco, Adriano pareció recuperar su mejor versión en el Clube de regatas, poco después la Roma creyó en su recuperación europea, nada más lejos de la realidad.

Tras la marcha de Luis Fabiano a Sao Paulo (donde también militó un par de meses Adriano antes de retirarse, para luego volver) se reabre el debate de los futbolistas brasileños. Ronaldo quedó marcado por las lesiones, sus ganas de superar los dificiles procesos de rehabilitación de los tendones rotulianos de ambas rodillas por la alegría de volver a jugar al futebol (2 veces) definen la prefesionalidad de “O Fenómeno”. Romario se movió por aguas turbulentas y a Ronaldinho se le agotó de repente la gasolina del mayor talento futbolístico en años.

Para entender estas historias habría que conocer cada caso en profundidad, pero creo que Ramón Besa lo explica mejor que nadie (minuto 4:20 del vídeo).