sábado, 5 de marzo de 2011

"el triste que todo lo contagia"

-“You looks like Steven Spielberg”…
José Santos Mourinho, a mediados de Julio de 2010

-“Lo mismo no puede pasar, ¿sabes por qué? Porque si el Madrid me echa no voy a entrenar al Málaga. Iré a un club grande en Inglaterra o en Italia, no al Málaga”…
José Santos Mourinho, a 2 de Marzo de 2011…


Con esa segunda frase y una sonrisa de oreja a oreja se reía el personaje junto con los periodistas angelinos. Tras eliminar al Barcelona (club al que se ofreció entrenar 2 años antes pero en esta institución apostaron por otro y no por él) y consagrarse como campeón de Europa con un equipo que no lo conseguía desde hacía unos 40 años, disfrutaba de una pretemporada con su nuevo mega millonario equipo, forjado a base de talonario, y un panorama alentador, a priori todo parecía remar a su favor.

El progresivo transcurso de la temporada empezó a cambiar lentamente las conferencias de prensa de este “maestro manipulador, protector de sus jugadores”, nombrado por la FIFA como “mejor entrenador del mundo”. Las bromas de los parecidos razonables dieron paso a las perlas tipo “todavía no he visto a Xabi Alonso” o “Tu me hablas de Pedro León como si me hablases de Maradona, Pedro León jugaba hace 3 meses en el Getafe” (en su faceta de protector de jugadores a Canales ni lo menciona). Meses después de haber recibido la mayor goleada de su carrera, no destacar en ninguna faceta deportiva excepto en la verborrea diarreica diaria con la que nos ilustra desde su trono de prepotencia, proteger solo a los jugadores con los que comparte representante, intentar echar del club a la única persona con cabeza de toda la institución, no jugar a un pimiento, sacar listas con errores arbitrales, estar continuamente quejándose como un niño pequeño al que los padres llevan obligados a comprar al PRYCA o al Continente (porque el carrefour me pilló mayor), y una lista de cosas que ningún portátil soportaría en formato de Word, nos suelta esta última perla el, como lo llamó Javier Marías, “triste que todo lo contagia”.

En mi caso no es difícil no mostrar simpatía hacia él, no me gustaba ese aire chulesco del Chelsea, ni que decir en el Inter, el peor partido propuesto por un equipillo de fútbol nos dejo sin la final del bernabeu, pero a muchos nos seguía haciendo gracia. El tema no es ese, no tiene por que gustarme a mí cuando no soy seguidor de su equipo, sino que tiene que gustarle a los seguidores de su equipo, he aquí el problema.

No es raro que los seguidores del Chelsea, inmersos en la tradición inglesa cuya máxima es dar lo máximo cada partido, lo alaben cuando les consiguió sus dos primeras ligas, tras una inversión muchimillonaria. Tampoco que en Italia, cuna del fascismo y hogar de los lanzadores de mobylettes de los estadios, los equipos neofascistas, los jugadores que llevan pistolas en las guanteras de los coches, del peor fútbol que se practica en todo el globo y reino de Berlusconi, lo alaben también después de representar como nadie los valores del catennaccio y la prepotencia. Lo que sí es raro es que en Madrid; después de encajar la mayor humillación que se recuerda en un clásico con la mayor publicidad y seguimiento de la historia del fútbol, otra inversión megamillonaria, no saber llevar un equipo que no juega a nada y vive de la diferencia de millones con los demás equipos con los que se enfrenta, sacar al tridente defensivo cuando lleva un gol de ventaja y llevar 9 meses practicando el español deporte del pataleo y el quejismo, lo defiendan a cuchillo.

Tal vez la única explicación es la desesperación del madridismo por encontrar un entrenador estable que se mantenga años en el puesto (me da que si no gana nada este año se irá, y si lo gana también). Tal vez el fanatismo y la admiración vienen solo del fondo del estadio donde tienen el abono reservado los aspirantes a catedráticos de la RAE, que dicho sea de paso, hay que reconocerle a Mourinho las ayudas y los logros que esta consiguiendo con este sector, aumentando la escolarización y mejorando sus costumbres y lenguaje, porque todos nos hemos dado cuenta de que han pasado de cantar el “lolololo…lololololo” durante 90 minutos a versionar “La donna e mobile” con su nombre propio. Que me digan a mí qué entrenador consigue que sus ultras versionen a Rigoletto, eso no lo hace cualquiera.

En un negocio donde la cumbre intelectual (exceptuando a Valdano, Guardiola, Menotti, Cappa y algunos pocos más) se personifica en la figura de Xabi Alonso porque se peina con la raya al lado y no se gasta los 6 kilos que gana por temporada en maserattis y abrigos de piel sino en audis, jerseys de pico y camisas de Üngaro, no extraña la admiración que le profesan sus “followers”. A los demás nos basta con escuchar sus gilipolleces y esperar a ver como se estrella él solo.
Fdo. Jose Morente, esperando la torta


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