miércoles, 27 de abril de 2011

Guardiola. Acoso y derribo

La constante provocación de la prensa centralista junto a los improperios y la mala educación de Mourinho recibieron lo que ellos creyeron como “su premio” tras la reprimenda de Pep Guardiola.



España es bipartidista. Antes como posición ideológica y política y ahora, en tiempos de apoplejía mental, deportiva (y política también). Rojo o facha, izquierda o derecha, pesoe o pepé, y siempre, o mejor dicho a partir de la decadencia atlética, Barcelona y Real Madrid. En tiempos de héroes descafeinados y figuras del deporte con ridículos coeficientes mentales también: Messi o Ronaldo, Mourinho o Guardiola. Lo demás nos trae al pairo. En este contexto los medios de comunicación, que no de información, saltan a la carroña fácil. Bombardeos de análisis, reportajes y comparaciones a todas horas, telediarios deportivos de cincuenta y cinco minutos y presentadoras carne de solarium sin tener ni puta idea de lo que hablan. Los antiguos telediarios ya no sirven, la tragedia de África no da publicidad y la situación política está tan corrompida que a la plebe solo le queda el fútbol y las pipas como salida de escape a la rutina diaria. De esta situación no escapa nadie, la gran mayoría somos partícipes y en gran parte culpables de ello. El mejor escenario para la manipulación pura y dura. Pero todo tiene sus límites, los límites que rebasó la caverna españolista llevada en volandas por Hans Topo, anteriormente conocido como Florentino.

Históricamente, el partidismo y el periodismo de camiseta siempre ha existido. Nunca faltarán en este deporte las polémicas, los victimismos, las acusaciones y las denuncias. Siempre ha habido y siempre habrá tales comportamientos. En otros tiempos, la diferencia radicaba en que el primer equipo de España era el que más aficionados, títulos y reconocimiento gozaba. Pero en veinte años, casi sin que nadie se diera cuenta; la llegada de Cruyff al banquillo del eterno segundón victimista, el aterrizaje de Ronaldinho y la explosión definitiva de la masía (Messi a la cabeza) y el nombramiento de Guardiola de entrenador ha provocado un cambio de papeles y situado al Barcelona en la cima del deporte rey. Demasiado para aquellos viejos ricos. Nada duele más que al eterno rey le llegue la hora y le desbanquen de su trono. Encima el eterno rival. Halagados y deslumbrando en todo el mundo, sufriendo humillaciones temporada sí y temporada también. Demasiado para la caverna y demasiado para España, encima catalanes, quitan los toros y quieren la independencia.

El primer año se entendió como algo pasajero y espontáneo, una moda. El segundo empezó a cansar, Hans (españolito de pro) no lo toleró y acudió al rescate cual mesías, tampoco resultó. Para el tercero solución de urgencia: traerían al demonio culé, aquél que los salvó de la hecatombe que hubiera sido que la masía levantase su cuarta orejona en su propia casa, y toda la artillería pesada. La humillación del 5-0 con la que entramos en el invierno fue la gota que colmó el vaso, ni una más, el madridismo había explotado. Mientras el demonio calentaba el ambiente semana tras semana, la prensa pinchaba un poquito más cada vez y el querido Hans tiraba por el retrete los antiguos valores (ya de por sí dudosos) del señorío y la educación. A la señora educación la tiraron por inercia puesto que no hacían mucho uso de ella y el carrusel de clásicos se presentó como una oportunidad de oro. Tras largas humillaciones, el madridismo ganó la copa del rey, para luego tirarla cerca de donde yacía la educación, y se creció.

La caverna de florentino no ha visto mejor momento para rematar la faena, han preparado un ataque suicida con todo, y Hans ha invertido muchos millones para que el Barcelona vuelva donde el cree que merece estar. Las continuas sandeces y despropósitos que sueltan los maledicientes periorrisas junto a los improperios de Ramos y el demonio han convertido al Barcelona, y sobre todo a Guardiola, en un objetivo inofensivo contra el que descargar sus penurias e insultos. ¡Y cuidado que no se defiendan!. Porque pecaran de falsos humildes y de prepotentes y ególatras. Aquí solo se queja el madridismo, a los demás que ni se les pase por la cabeza.

Parece mentira, pero el madridismo lo ha conseguido, a base de periodistas con cierto retraso mental, forofismo y antideportivismo. Luego queremos Fair Play, yo te parto la pierna y te piso los huevos, pero no se te ocurra quejarte ni mostrar signo alguno de dolor (veasé Arbeloa, dos veces), porque pecarás de cuentista y soberbio. Cada día nuevas patrañas, denuncias e insultos hacia el Barcelona, tergiversaciones y críticas constantes, y como te quejes has entrado al trapo, eres un falso humilde.

De alguna extraña manera y forma de manipulación, todo lo que se diga o haga contra el Barcelona es lícito, pero ojo como alguien diga o haga algo contra o que ponga el duda al Real Club florentino. A Diego Torres, gran redactor del País y narrador del universo blanco, lo ponen a caldo como se le ocurra mencionar en un artículo que Mourinho dice o hace tal cosa. Incluso en el barcelonismo han instaurado un clima de amansamiento peligroso. Si un escritor de "El País" compara al susodicho Arbeloa con Mayor Oreja, ahí están los que denuncian el "periodismobasura", no vayamos a caer en la tentativa de comparar ambos mundos de sinverguenzas, a riesgo de que la mierda se mezcle. Y a Martín Girard, tanto culés como lecheros se le tiran al cuello por escribir artículos en unos ambientes imaginarios surrealistas (demasiado para esos cerebros atrofiados) y cuidado si se le ocurre mencionar las banderas nazis de los seguidores del Madrid, ya están los pseudointelectuales del fútbol, esos adictos al twitter denunciando conspiraciones periodísticas. Puesto que todo lo que no sea hablar de tácticas es, otra vez, periodismo basura. Automatismos preparados para recibir, recibir y recibir.

Ante tanto imbécil Guardiola ha respondido hoy. No contestaba “indirectas” y la respuesta ha llegado con el tuteo. Ha puesto al demonio en su sitio, al lateral zevillano corto de miras en evidencia y a los que disfrutamos con la sátira nos ha recordado quienes son los "amigos de la lechera”.

Pero como el tinglado mesetario tiene todo el circo montado. No estamos hablando de un hombre educado que ha aguantado las insinuaciones, acusaciones y los vilipendios del malediciente, grosero, triste y provocador hasta que le han mencionado con nombre y diminutivo y ha contestado harto (como es lógico) a la enésima provocación. Ahora se habla de que el falso humilde, gracias a la habilidad de las tretas y triquiñuelas de ese complejo juego mental al que le somete el gran Mourinho, ha sacado a relucir su verdadera personalidad. Con dos cojones.

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